En una entrevista exclusiva con La Voz del Chaco, el periodista, escritor e historiador Vidal Mario cuestiona con dureza el Juicio por la Verdad de Napalpí, al que califica como una “puesta en escena político-judicial sin valor legal alguno”. Además, afirma que la verdadera causa judicial fue iniciada en 2004 y aún sigue en trámite internacional.
“Negar que el Juicio por la Verdad de Napalpí fue una farsa política es como negar que en invierno hace más frío que en verano”, asegura el periodista, escritor e historiador Vidal Mario, en entrevista exclusiva con La Voz del Chaco.
Sobre el fallo que la jueza federal de Resistencia emitió tras ese juicio y al que se dio carácter de “histórico”, lo califica de “declaración disfrazada de sentencia, sin poder de manda alguno”.
En cuanto a la publicación de dicho fallo en lengua aborigen y entrega de ejemplares del mismo en acto público realizado el 19 de este mes, asegura que fue “otra farsa a la cual el Estado provincial y otras instituciones no debieron haberse adherido”.
Los que siguen a continuación son los tramos sobresalientes de la entrevista a fondo con el autor de “Napalpí, la herida abierta”.
El pasado 19 de julio, a 101 años de la masacre de Napalpí, “en cumplimiento de una manda histórica del Juicio por la Verdad”, el Gobierno entregó a la comunidad aborigen la sentencia traducida a los idiomas quom, moqoit y wichi que la jueza federal de Resistencia dictó tras ese Juicio. ¿Cuál es su opinión sobre ese acto que se hizo en Colonia Aborigen Chaco?
Fue otra farsa a la cual el Estado provincial y otras instituciones no debieron haberse adherido. La misma imagen de Rosa Grilo en la portada de la sentencia, ya no es verdad. Esa anciana, a la que le inventaron 114 años de edad, no fue una sobreviviente. Fue algo que se inventó con fines electorales. Por eso la definí como “una sobreviviente con perfume kirchnerista”. Políticamente, le sacaron el jugo. Hasta la llevaron al Instituto Patria porque “demasiado la quería ver a Cristina”.
¿Continúa firme en su opinión de que el Juicio por la Verdad de Napalpí fue un “circo político al aire libre”?
Negar que el Juicio por la Verdad de Napalpí fue una farsa política sería como negar que en invierno hace más frío que en verano.
¿En qué basa su afirmación?
Estos pseudo-juicios comenzaron a realizarse a fines de los 90 y principios del 2000 como una reacción de las organizaciones de derechos humanos ante los indultos presidenciales a ex jerarcas del régimen militar. También, porque las leyes de Punto Final y Obediencia Debida impedían investigar los crímenes cometidos durante la dictadura militar. A través de los mismos, se quería determinar, por ejemplo, qué había pasado con las personas que durante la dictadura estuvieron en los centros clandestinos de detención. Hasta ahí, eran razonables y aceptables. Todo era todavía reciente y con los protagonistas de uno y otro lado todavía vivos. Pero, ¿con qué objeto el Ministerio Público Fiscal Federal de Resistencia requirió la realización de un juicio por la verdad de un hecho que había sucedido hacía ya casi cien años? Se dijo que era para “reconstruir legítimamente lo que pasó en Napalpí”. Un disparate. La verdad de lo sucedido en Napalpí ya era de notorio conocimiento público desde hacía mucho tiempo. Fue realmente muy desopilante ese “juicio” porque las audiencias se realizaron en escenarios extraños a los tribunales jurisdiccionales. Por ejemplo, la quinta audiencia se desarrolló en la ex Escuela de Mecánica de la Armada (ex ESMA) y se escucharon “testimonios” como los del ex juez Zaffaroni, quien dedicó casi toda su declaración a definir a Cristina Kirchner de “perseguida política” y a rechazar las causas judiciales que la acorralaban. El Juicio por la Verdad de Napalpí fue un juicio partidista plagado de partidismo.
¿Fue realmente ese Juicio, desarrollado en el 2022, el primero en su tipo en América Latina?
Así se lo publicitó, y es mentira. El primer juicio que se hizo en el Chaco por ese hecho ocurrido en 1924 fue el del 2004. El expediente, número 1.630, se caratuló “Asociación Comunitaria La Matanza c/Estado Nacional –Poder Ejecutivo—s/ Daño Emergente y Daño Moral”. Ese, no otro, fue el primer juicio,y ese síque fue histórico justamente por haber sido el primero. Para cuando en el 2022 se desarrolló el Juicio por la Verdad de Napalpí, el referido expediente ya estaba a consideración de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Conozco bien este tema porque en el 2010 el Juzgado Federal de Resistencia me designó perito histórico de la causa. Como tal, elevé pruebas contundentes de la masacre, las cuales ratifiqué en el 2011, y fueron admitidas por la justicia federal.
¿Podía la juez federal presidir el Juicio por la Verdad de Napalpí, atento a que tres años antes ya había dictado sentencia en relación al juicio del 2004?
Eso realmente fue un caso atípico, nunca visto y sin antecedentes en el mundo judicial. Se dio el caso de una juez que en el 2019 ya había dictado sentencia (revocada en septiembre de 2020 por la Cámara Federal de Resistencia, que condenó al Estado Nacional a indemnizar en unos 375 millones de pesos a la comunidad aborigen)), apareció de nuevo en el 2022 conduciendo un segundo juicio por el mismo hecho. En su primera sentencia, esa del año 2019, falló en contra de la demanda aborigen. Dijo que la acción ya estaba prescripta, debido a que el pueblo originario tenía plazo solamente hasta 1926 (dos años después de la masacre) para interponer la acción. Dijo además que la Asociación Comunitaria La Matanza estaba invalidada para estar en juicio. Se limitó a reconocer que en Napalpí hubo genocidio, pero no fue más allá. Conducir un segundo juicio por un mismo tema fue para dicha jueza un intento de reivindicarse por haber negado y rechazado el juicio de 2004. Éste juicio sí que fue una acción de gran trascendencia nacional e internacional, donde por primera vez se aplicó la teoría de la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad.
En octubre de 2022, la denominada Unidad Ejecutora Napalpí se reunió para diseñar el cumplimiento de la sentencia de la juez Niremperger. ¿Qué valor le asigna a ese fallo cuya copia se le entregó a la comunidad aborigen?
No tiene valor legal alguno. Como lo señalé en mi libro “Memorial del uso político y judicial de la masacre de Napalpí”, fue producto de una puesta en escena política-judicial. Lo que sea que saliera de ese circo no tenía, como dicen los abogados, “imperium” de ejecutividad alguna. Es una declaración disfrazada de sentencia, sin poder de manda alguno.
¿En qué estado se encuentra aquel juicio iniciado en el 2004?
Veintiún años después y habiendo ya pasado por numerosas instancias judiciales, incluyendo la Corte Suprema de Justicia, ahora está con “dictamen favorable de admisión” en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. El Estado Argentino todavía no contestó el traslado de la causa que dicha Comisión le hizo. Si no lo hace, el asunto pasará a la Corte Interamericana de los Derechos Humanos.
¿Cómo le gustaría terminar esta entrevista?
Exteriorizando mi íntima satisfacción de que estas historias que le he contado y muchas otras relacionadas con la masacre de Napalpí comenzó en 1998, con mi libro “Napalpí, la herida abierta”.
Sentencia del Juicio por la Verdad de la Masacre de Napalpí entregada a la comunidad aborigen el 19 de julio. “Es una declaración disfrazada de sentencia, sin poder de manda alguno”, afirma Vidal Mario.
Periodista, historiador