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Resistencia
14 marzo, 2025

Carmela Slavutsky: El arte debe ser una conexión en expansión

Por Facundo Sagardoy

Desde allí, entre depresiones y revelaciones, la arcilla le ofreció un camino, una terapia y, finalmente, una identidad. Su primera gran validación no vino de la academia, sino de la voz sincera de un artista que la miró y dijo: «Esto es arte».
Hoy, su obra respira la memoria de sus ancestros. De su padre, Abrao Slavutzky, heredó el pulso de la palabra y la poesía, y en su linaje judío encontró símbolos y ecos que dialogan con su materia creativa.
Los peces, los rostros, las formas que emergen de sus manos son fragmentos de esa herencia, vestigios de un origen que sigue habitándola. El arte, para ella, es un proceso sin guion. Y aunque el arte cerámico ha sido históricamente relegado a la periferia de la alta cultura, Carmela desafía esa frontera, y rechaza la mirada que reduce la cerámica a lo utilitario.
En su trayectoria, ha llevado sus creaciones a más de 50 exposiciones alrededor del mundo, desde Argentina hasta México, desde Estados Unidos hasta Italia. Su trabajo ha sido publicado en revistas especializadas, reconocida más allá de los límites que alguna vez creyó insalvables.
Su consejo para quienes buscan en la cerámica un refugio es claro: persistir, entregarse sin miedos.

-Carmela Slavutsky, Facundo Sagardoy. Es un placer haber podido realizar esta entrevista con usted en Garopaba, con su muestra aquí, a pocos pasos. ¿Cuáles fueron tus primeras aproximaciones al arte, especialmente a la cerámica?
-Bueno, no comencé directamente con la cerámica, sino con la xilografía. No sé si sabes qué es. Tenía una depresión, padezco depresión bipolar, y en 2000 comencé con la xilografía. Una amiga brasileña, que vivía en Francia, me presentó en Porto Alegre el Ateliê de Artes. Ella tenía una amiga artista que conocía el Ateliê de Artes* en Porto Alegre. Así que comencé con la profesora Aniko Skovitz, una gran artista.
Ella me decía que en el arte nada está mal, que todo está bien. Yo le preguntaba si estaba correcto lo que hacía, y ella me respondía que en el arte todo está correcto. Así fue como empecé en el arte a través de la xilografía. Luego sufrí una gran depresión y ninguna terapia parecía funcionar.
Pasé por muchos doctores, psicólogos y psiquiatras sin encontrar una solución. Hasta que mi padre, que tenía una amiga artista, Elida Tessler, me recomendó a una profesora de cerámica, Izani Schull. Entonces comencé en su taller con arteterapia, pero con el tiempo le tomé mucho gusto.
Primero en el taller, en un ambiente colectivo con otros alumnos, y luego en la Casa de Cultura Mario Quintana, un espacio cultural importante en Porto Alegre. También participé en exposiciones colectivas en el Museo de Arte de Río Grande del Sur (Margs). Para exponer allí, era necesario pasar por un proceso de selección, no todos los artistas podían participar. Fue allí donde, por primera vez, un artista me dijo que mi trabajo era bueno, que era arte. Hasta ese momento no me consideraba artista.
Hice una pieza pequeña, un pez, y otro artista me dijo que todas las obras expuestas eran iguales. Él era un artista sincero, de los que dicen lo que piensan, aunque ya no está vivo. Me sentí muy feliz, porque había comenzado en 2001 y eso ocurrió en 2003 o 2004.
Durante los dos primeros años, no me consideraba artista, aunque mis compañeros y mi profesor decían que mi trabajo era bueno. Pero solo cuando aquel artista lo reconoció, comencé a pensar que realmente podía ser una artista. Después de eso, participé en más de 50 exposiciones en el mundo.
LA CERÁMICA COMO TERAPIA Y SANACIÓN
-Carmela, la cerámica tiene un fuerte lazo con la tierra, con lo ancestral, con las raíces. ¿Cómo dialoga su obra con esas raíces y esa identidad?
-Bueno, soy judía por parte de mi padre, y el pueblo judío está muy presente en mí. Mi padre, Abraham Slavutsky, es psicoanalista y también escritor.
Antes de la cerámica, escribía poesía. Comencé a los 12 o 13 años y algunas de mis poesías fueron publicadas, otras no. Pero la escritura vino antes que el arte. Mis ancestros están muy presentes en toda mi obra: las cabezas, los peces, todo eso.
-¿Qué influencias artísticas y culturales consideras fundamentales para analizar tu obra?
-Salvador Dalí y Pablo Picasso son mis artistas favoritos. Una vez soñé con Pablo Picasso. En el sueño, me decía: «¿Sabes hacer rostros? ¡Hazlos de una vez!» Así que comencé a hacer algunos rostros con ojos, boca y todo.
Un amigo psicólogo me dijo: «Llevas años de terapia y resulta que es Pablo Picasso quien viene a darte consejos en un sueño». Yo le respondí: «¿Y qué puedo hacer?». Y él me dijo: «Hazlo».
-En tu proceso creativo, ¿qué papel juega la experimentación con materiales y técnicas?
-La cerámica es un proceso. Fue mi cura para la depresión, me estabilizó la bipolaridad. Claro, junto con terapias y medicamentos que sigo tomando hasta hoy.
Pero la cerámica me estabilizó mentalmente. Para mí, todo el proceso del arte, desde amasar la arcilla hasta moldearla, es muy importante. Personalmente, lo considero esencial para mi mente.

EL DIÁLOGO ENTRE LO ANCESTRAL Y LO CONTEMPORÁNEO
-¿Cómo define la relación entre la funcionalidad utilitaria de la cerámica y su valor estético en el arte contemporáneo?
-Al principio me enojaba cuando me preguntaban «¿para qué sirve esto?». Hoy ya no pienso así. Para mí, es arte. Pero antes me molestaba mucho y respondía: «No sirve para nada, es arte».
-¿Cómo aborda su proceso creativo? ¿Parte de una idea concreta o deja que la materia le guíe?
-Nunca sé qué voy a hacer. Comienzo a amasar la arcilla y algo surge. No sé si será un pez, una cabeza o cualquier otra cosa. Nunca tengo un proyecto previo. Siempre veo el arte como un proceso terapéutico.
-La cerámica, por su naturaleza, involucra tiempo, fuego y transformación. ¿Qué símbolos has encontrado en ese camino?
-He visto mujeres, me he visto a mí misma. Durante un tiempo, estaba enojada con los hombres y hacía rostros como si fueran diablos. También hacía peces sin vientre, peces que no podían alimentar a nadie. Mi profesora se dio cuenta de eso.
-¿Considera que la cerámica aún enfrenta prejuicios dentro del arte contemporáneo?
-Sí. La cerámica sigue siendo vista como un arte menor, como artesanía, algo que no es arte. Pero siempre luché para que la cerámica fuera reconocida como arte. Es parte de mi esencia.

EXPERIMENTACIÓN Y CREACIÓN: EL PROCESO COMO ARTE
-¿Qué consejo le darías a alguien que quiere iniciarse en la cerámica?
-Que no se rinda al principio, porque el inicio es difícil. Que persista y se entregue al arte. Como mis pacientes psiquiátricos, que se entregan de lleno a lo que hacen.
-Si tuviera que definir su obra en pocas palabras, ¿cuáles serían?
-Fuerza, emoción y verdad.
-¿Qué piensa sobre la conexión entre artistas en la región y sobre el hecho de que dos piezas, una tuya y otra de Lucio, serán incorporadas al Museo de Arte Contemporáneo de Corrientes?
-Internet facilitó las conexiones, pero también nos ha distanciado. Por esa razón, y por todo lo que implica la apertura de un espacio de tales características para toda la región, es que estamos, Lucio Nagib y yo, muy felices de participar en Corrientes y creo que el arte debe ser una conexión en expansión.
En Garopaba, recibimos mucho apoyo de la Casa de Cultura y de la Municipalidad. Es digno de destacar el trabajo del señor Luis Niveiro, en crear esta institución. En todos lados los artistas no reciben el trato que él está ofrece. Nuestras felicitaciones.
-Muchas gracias, Carmela.
-Gracias a ti.

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