A los 77 años -había nacido el 17 de agosto de 1947- murió el periodista Carlos Eichelbaum, quien había cumplido una extensa trayectoria en Clarín. Provenía de una familia de neta raigambre cultural. Su abuelo, Samuel, fue un destacado periodista y escritor, considerado uno de los precursores del teatro judío argentino. Su padre Eduardo (“Mondy”) también sobresalió como destacado periodista y poeta, guionista y crítico cinematográfico, además de gran amigo de Carlos Gardel, sobre quien escribió una recordada biografía novelada. Y otro destacado intelectual de la familia fue su tío Emilio, exiliado en España en 1974 al estallar la violencia política durante el gobierno de Isabel Perón.
Carlos Eichelbaum ingresó a nuestro diario en 1980. Llegaba con antecedentes en el periodismo y, anteriormente, había militado en el peronismo de izquierda.
En su primera etapa en Clarín, Eichelbaum se desempeñó como redactor en la sección Internacional y cubrió distintos eventos, incluyendo las elecciones en países vecinos. Posteriormente, pasó a la sección Política, donde se especializó en las coberturas, análisis y seguimiento del peronismo. Y también, de las actividades del Congreso: en 2004 recibió una distinción por su tarea durante la entrega de los Premios Parlamentario.
En 2009, Eichelbaum concluyó su recorrido en nuestro diario, colaborando desde entonces en distintos emprendimientos periodísticos, tanto gráficos como radiales, abordando temas políticos, gremiales y sociales.
En esa etapa, se encuentran su edición y textos para “La casa sigue en orden”, una libro de casi 500 páginas de Hermenegildo Sábat con sus ilustraciones de los sucesos y personajes más relevantes del país a través de distintas décadas y que contó con el prólogo de Félix Luna.
Y en los últimos tiempos, Eichelbaum abordó temáticas como la evocación del movimiento gremial (“A 50 años de la CGT de los Argentinos») y analizó el papel de las nuevas generaciones en los cambios políticos que se dieron a partir de la elección de Javier Milei como presidente.
Su padre Eduardo, quien se había radicado en París, falleció en 2004 y sus restos descansan en el cementerio de Pere Lachaise: lo habían homenajeado en la Embajada Argentina, para cuya biblioteca había colaborado intensamente.