Ricardo Cáceres, propietario de esa cadena de supermercados, habló con época sobre las dificultades que enfrenta la firma para renovar los alquileres de las sedes de Yrigoyen y Paraguay y la de Alberdi casi Teniente Ibáñez. “No podemos dejar a 46 empleados en la calle”, alertó.
La histórica cadena de supermercados Impulso atraviesa un momento complejo, en un contexto económico y de consumo que lejos está de ser el mejor. Dos de sus ocho sucursales de la ciudad corren riesgo de bajar sus persianas por problemas en la renovación del alquiler y en ellas trabajan un total de 46 empleados.
Las “bocas” en conflicto son las del barrio Libertad (emplazada en la esquina de Yrigoyen y Paraguay) y la del San Martín (Alberdi casi Teniente Ibáñez).
“Estamos depositando el dinero del alquiler para que nos dejen quedarnos hasta fin de año. No podemos dejar a 46 empleados en la calle”, dijo a época Ricardo Cáceres, propietario de la citada empresa.
Ambos locales enfrentan situaciones similares, aunque con matices. En el caso de la sucursal de Yrigoyen y Paraguay, tal como ya lo informó este matutino en agosto último, el conflicto fue judicializado. “Estamos depositando en la cuenta judicial para ver si podemos llegar a un acuerdo y que nos den algo más de tiempo. La idea es terminar el año ahí, mientras buscamos otro local en el que mudar esa sucursal”, explicó el empresario formoseño.
De acuerdo a lo narrado por el propio Cáceres, se venció el contrato de alquiler de la citada sucursal y los propietarios del inmueble pedían un monto en dólares muy elevado para renovar el acuerdo. Como no llegaron a un entendimiento, la familia que es dueña del local exigió, vía carta documento, que entreguen el lugar.
Entonces, Impulso – con apoyatura del Sindicato de Empleados de Comercio (SEC) – presentó un recurso de amparo para poder seguir trabajando allí unos meses más hasta tanto consiga una nueva locación.
En cuanto a las instalaciones de la calle Alberdi, aunque la situación sería menos urgente, también preocupa: “La mitad del local es nuestro y la otra mitad es de los antiguos propietarios, pero igual estamos en riesgo”, agregó Cáceres.
Góndolas y más
En paralelo al conflicto inmobiliario, Cáceres describió un panorama desafiante en materia comercial. “Las ventas están peleadas mes a mes. Todo es muy inestable: el dólar, la nafta que sube tres veces por semana, la electricidad, el gas… Estamos tratando de sobrevivir”, dijo.
No obstante, destacó una noticia alentadora: la reciente baja en el precio de la harina. “Bajó entre un 7% y un 10% y eso puede tener un efecto positivo porque la harina es base para muchos productos”, remarcó.
De cara al Día de la Madre, Cáceres se mostró moderadamente optimista, sobre todo en el rubro carnes, uno de los puntos fuertes de la cadena. “En ese rubro estamos muy bien posicionados, así que tenemos más posibilidades de repuntar un poco”, sostuvo. Sin embargo, reconoció que el consumo se mantiene retraído: “La gente compra lo justo y necesario. Vienen dos, tres veces por semana al súper, pero llevan lo básico. Se nota mucho la reducción”.
A pesar de las dificultades, Cáceres insistió en que el objetivo principal de la empresa sigue siendo sostener la plantilla de empleados. “No queremos prescindir de trabajadores. Son personas con años de experiencia. Hay negocios que ya cerraron, nosotros seguimos luchando y no vamos a bajar los brazos”, concluyó.
En un año en el que la incertidumbre marca el pulso de la economía, el testimonio de Cáceres refleja la situación de muchos comercios que buscan resistir en medio de un escenario cambiante en que el esfuerzo cotidiano y la cautela definen su estrategia para subsistir.
Diario Época