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23 octubre, 2024

Ana María Stekelman y Mauricio Wainrot: dos grandes de la danza argentina que compartieron escenario, coreografías y siguen compartiendo la pasión

Este jueves 24 de octubre, a las 20.30, el Ballet Contemporáneo del San Martín presenta un programa triple en el marco del Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA). Las obras que reúne son Bolero, de Ana María Stekelman; algunas escenas de Estaciones porteñas, de Mauricio Wainrot, y la breve pieza solista Ahí viene el rey, de la inolvidable coreógrafa argentina Ana Itelman (1927-1989) que aportó doce obras a un repertorio de la compañía, gestado a lo largo de más de cinco décadas.

Este programa subirá a escena nuevamente el 14 de noviembre en el Teatro Presidente Alvear, sala que integra el Complejo Teatral de Buenos Aires.

Ana María Stekelman y Mauricion Wainrot forman parte indisoluble del Ballet del San Martín. Ambos fueron bailarines de la compañía original fundada por Oscar Araiz en 1968 y a continuación sigue un recuento, hay que advertirlo, que puede marear un poco:

En 1977, Stekelman asumió la dirección del conjunto, reconstituido con varios de los intérpretes de la etapa anterior y con nuevos bailarines. Fue sucedida por Wainrot desde 1982 hasta 1985 y después de dos años de una dirección tripartita –Norma Binaghi, Alejandro Cervera y Lisu Brodsky- en 1988 regresó Stekelman. En 1990 la dirección es asumida por Oscar Araiz y a partir de 1999 y hasta 2016, por Mauricio Wainrot.

Desde entonces es dirigida por Andrea Chinetti y Diego Poblete, ex integrantes, en distintas épocas, del Ballet del San Martín. Una larga historia, entonces, de alejamientos y regresos.

Los hilos que unen a Stekelman y Wainrot, en muchos sentidos son múltiples. Se conocieron cuando se formó el primer Ballet del San Martín, compartieron escenarios en innumerables ocasiones, uno bailó obras del otro, repusieron respectivamente sus coreografías; compartieron, en fin, innumerables horas de trabajo a lo largo de muchos años.

Mauricio Wainrot y Ana María Stekelman vuelven a juntarse porque el Ballet del San Martín repone sus obras. Foto: Emmanuel Fernández Mauricio Wainrot y Ana María Stekelman vuelven a juntarse porque el Ballet del San Martín repone sus obras. Foto: Emmanuel Fernández La entrevista, en el inmenso Hall de la sala Martín Coronado del Teatro San Martín, comienza con una evocación de Mauricio: “Recuerdo una obra que bailamos con Ana María en Punta del Este; éramos un grupo pequeño: Araiz, Esther Ferrando y nosotros dos. La obra había sido creada por la misma Ana -fue una de sus primeras coreografías- y es una de las cosas más sensuales que me hayan tocado interpretar. Bailar con esta mujer era la gloria.

-Ana María, ¿cuál era el título?

-No sé, no me acuerdo de nada.

Wainrot: Yo me acuerdo de todo.

Un dato precioso: el bello dúo “Adagietto”, de Oscar Araiz, estrenado en 1971 y que fue repuesto recientemente con bailarines del Teatro Colón, fue creado originalmente para Stekelman y Wainrot.

Wainrot: Si ella estuviera bien de su pie (nota: Ana María tiene una pequeña fractura en un dedo) te bailábamos Adagietto ahora y aquí mismo.

Ana María Stekelman y Mauricio Wainrot bailando Ana María Stekelman y Mauricio Wainrot bailando «Adagietto», en 1971.

Primeras coreografías

De aquella primera compañía, los únicos bailarines que siguieron un camino como coreógrafos fueron ellos dos. Para Stekelman, el impulso para crear surgió de una colaboración que había establecido con Jacobo Romano y Jorge Zulueta, del Grupo de Acción instrumental (nota: un grupo mítico de los ’70 al que también pertenecía la pianista Margarita Fernández, muy activa aun pasados los 90 años). La música fue esencial para sus primeros trabajos como coreógrafa pero luego se inclinó hacia una vertiente más kinética.

Y respecto de Wainrot él mismo dice: ”Siempre me interesó la coreografía, pero antes tenía que aprender un lenguaje. Empecé a bailar cuando tenía ya 19 años y mi primera obra, Reflejos, nació antes de mis 30. Había comenzado terapia y en Reflejos puse cosas familiares que me chocaban en aquel momento. Ana María hacía el rol del Destino.

Continúa: “Tres años después la monté en Hannover, Alemania, y empecé por contar a los bailarines cómo eran mi papá y mi mamá. Y de repente me detuve, “¿eran así?”. No, no eran así. Me di cuenta, y eso me pone la piel de gallina, que el pasado se modifica según se lo vea desde el presente. La explicación a los bailarines, por lo tanto, tuvo que ser otra porque esa ‘familia’ ya era otra”.

Cuando el director del San Martín Kive Staiff invitó a Stekelman a dirigir un nuevo grupo de danza en 1977, propuso también a Wainrot que se sumara como bailarín y como asistente de Ana María. Dice Mauricio: “En este grupo apareció para nosotros muchas posibilidades para explorar. Por ejemplo, Ana nos invitó a seis bailarines a crear, cada uno, una sección de una obra que se llamó Seis veces Verdi. Y luego me dio la oportunidad de montar solo una obra más grande: Reflejos en 1979. Recuerdo que vinieron al estreno Ana Itelman, Oscar Araiz y Renate Schottelius y se emocionaron. “Nació un coreógrafo”, me dijeron. Dos años después hice Fiesta, otra obra grande”.

Ana María Stekelman y Mauricio Wainrot tienen una larga historia en común en el ballet argentino. Foto: Emmanuel FernándezAna María Stekelman y Mauricio Wainrot tienen una larga historia en común en el ballet argentino. Foto: Emmanuel FernándezStekelman: A mí me interesaba formar coreógrafos, además de bailarines. La primera vez estuve cinco años como directora y renuncié. Porque al mismo tiempo dirigía el Taller de Danza del San Martín, estaba agotada y me interesaba más el trabajo de formación. Volví a la dirección del Ballet sólo por dos años, en 1988 y el 19 89.

Qué pasa con el público

Un punto al que se vuelve siempre cuando se habla de danza contemporánea es el fenómeno del público: cómo es, cuánto es, si crece o si decrece. Algo innegable es que desde hace ya varios años el número de espectadores del Ballet Contemporáneo del San Martín se ha vuelto realmente voluminoso. ¿Pero cómo lo vivieron Wainrot y Stekelman en sus respectivos períodos como directores?

Stekelman: Mauricio siempre ha tenido mucho público. Yo menos. Pero últimamente no me arrepiento. Estoy contenta con lo que hice. Hay tres obras mías que no se repusieron nunca más, pero que me interesan a mí, y creo que es lo que importa. Son La tarde cae sobre una mesa, Memorias y Catálogo.

Wainrot: Ana, justamente siendo director repuse Memorias, y también Y ella lo visitaba, un dúo de Ana Itelman que interpretaban Margarita Bali y Eduardo Bustamante y que se habían estrenado en 1977, el primer año de Ana María como directora.

Stekelman: Tengo el orgullo de decir que debuté como directora con dos obras de Itelman y con Biósfera, una coreografía de Margarita Bali.

El Ballet del San Martín, en El Ballet del San Martín, en «Bolero», de Ana Maria Stekelman. Foto: Carlos Furman-¿Qué imaginan que busca el público en una obra de danza contemporánea?

Wainrot: Es difícil decirlo. En mi caso, cada vez que se dio mi Ana Frank -y la monté con diecisiete compañías- tuvo la misma resonancia que aquí, cuando la estrené en 1984.

-Aunque tampoco podrías haberlo previsto.

-No, pero creo que una razón es que todos odiamos la violencia y a los déspotas. Recuerdo cuando se dio en Omaha, en el centro de los Estados Unidos, donde había una gran comunidad afroamericana. Muchos chicos de esta comunidad vinieron al ensayo general y yo me pregunté qué pasaría con ese público; finalmente fue el más emotivo que tuve en mi vida.

-¿Por qué pensabas que no les conmovería?

-No sabía que Ana Frank es un libro obligatorio en las escuelas estadounidenses. Y los siglos de sufrimiento de los pueblos afroamericanos seguramente permitieron una identificación con esa adolescente judía.

Stekelman: Es imposible prever qué va a ocurrir con una obra tuya. Cuando comencé con Tangokinesis (nota: una compañía independiente creada por Stekelman que fusionaba el tango y la danza contemporánea) vino un programador de un festival en Jerusalén, nos invitó y así comenzó nuestra carrera internacional. En todas partes nos aplaudían de pie.

«Estaciones Porteñas», la coreografía de Mauricio Wainrot, por el Ballet del San Martín. Foto: Carlos FurmanWainrot: El primer gran éxito, cuando yo regresé a la dirección del Ballet, fue El Mesías. Y después Carmina Burana: hicimos 34 funciones aquí, y cinco Luna Park. Creo que la danza contemporánea subió allí un escalón.

Reposiciones y actualidad

-¿Qué les ocurre cuando, como ahora, se reponen obras de ustedes?

Stekelman: Yo monté Bolero para Tangokinesis y luego se transpuso para el Ballet del San Martín; fue muy interesante. Es como si la obra volviera a vivir, pero de otra manera. Yo no participo en el montaje, lo hacen los asistentes del Ballet. Vine a un ensayo y en todo caso hago algunos comentarios.

Wainrot: Estaciones porteñas es de 1997, también la reponen ahora los asistentes, aunque yo vengo a casi todos los ensayos. No muestro nada físicamente, pero sí hago correcciones.

-¿Cómo ven el estado de la danza contemporánea hoy en el mundo?

Wainrot: Muy bueno. Surgen todo el tiempo nuevos coreógrafos, gente muy interesante en Suecia, en Israel.

Stekelman: Y hay nuevas fusiones, con el teatro por ejemplo. Pero no fusionadas porque sí.

«Ahi viene el Rey (Solo)». El Ballet del San Martín repone la coreografía de Ana Itelman.-¿Consideran entonces que la danza contemporánea goza de buena salud?

Wainrot: Mejor que la de todos nosotros (risa general).

Información

La función de las obras de Stekelman, Wainrot e Itelman es este jueves 24 a las 20.30 con entrada libre, en el Anfiteatro de Parque Centenario, Leopoldo Marechal 832.

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