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25 julio, 2025

Lucas Benamo, el primer coach de Colapinto, con Olé: “Franco se potencia con la presión”

En la Asociación Argentina de Volantes se realizó un evento especial pensado para quienes llevan el automovilismo en la sangre. Una pasarela de sillas, rodeada por paredes blancas que se apropiaban del color del arte creado por pilotos devenidos artistas, conducía a un escenario listo para recibir a los flamantes autores. Enrique y Lucas, padre e hijo, presentaron su libro “Los Benamo”, que une a tres generaciones a través de su pasión por los fierros. En ese marco, el más joven aprovechó para mirar hacia atrás y conversó con Olé, que estuvo en el lanzamiento, sobre cómo se convirtió en el primer coach de Franco Colapinto y más.

Esta saga familiar de corredores tiene sus raíces en Bahía Blanca, la misma ciudad natal de Aníbal Colapinto, el papá de Fran, quien asistió al acto y fue una de las personalidades destacadas junto a Marcos Di Palma. La coincidencia en el lugar de origen y el amor por los autos forjaron una relación entre ambas familias, que se mantendría con los años. ¿El resultado? El pibe de uno terminaría entrenando al del otro…

Aníbal Colapinto (en el medio), junto a Enrique (derecha) y Lucas Benamo (izquierda).

Nada fue casual. Cuando Lucas decidió ponerle fin a su carrera como piloto por cuestiones económicas, tenía claro que su vínculo con el automovilismo no terminaba ahí. Fue en ese momento cuando descubrió una nueva vocación: el coaching. Esa etapa no solo lo mantuvo cerca de las pistas, sino que también fortaleció aún más el lazo entre los Benamo y los Colapinto.

Nada fue casual. Cuando Lucas decidió ponerle fin a su carrera como piloto por cuestiones económicas, tenía claro que su vínculo con el automovilismo no terminaba ahí. Fue en ese momento cuando descubrió una nueva vocación: el coaching. Esa etapa no solo lo mantuvo cerca de las pistas, sino que también fortaleció, aún más, el lazo entre los Benamo y los Colapinto.

Lucas Benamo, mano a mano con Olé

-¿Cómo nace esa pasión por los fierros en los Benamo?

-En Bahía Blanca, de donde es mi abuelo Manuel, existió una categoría muy popular llamada Midgets. Él tenía un local de ropa, pero se inscribió en esa división y le gustó. Empezó a correr bajo un pseudónimo porque en su casa no le permitían usar su nombre real. Mi viejo, Enrique, creció y vivió con un padre piloto que lo bancó y le dio la posibilidad de ser corredor. No solo eso: él también fue quien me regaló mi primer karting. La pasión por el automovilismo se hereda, y hay muchos otros casos de linajes familiares que se dedicaron al rubro, como los Di Palma.

Pablo Legakis (medio) ayudó a escribir el libro. A su izquierda, Marcos Di Palma. (Foto: Asociación Argentina de Volantes)

-En cuanto al libro, ¿con qué se va a encontrar el lector?

-El libro comenzó como un proyecto de mi papá para contar la historia familiar que arrancó con mi abuelo, quien encendió una llama que se fue transmitiendo en los Benamo. De eso se trata. Queremos que el lector sienta ese amor nuestro por los fierros y que entienda los sacrificios que los padres hacen para que sus hijos puedan correr.

-El libro comenzó como un proyecto de mi papá para contar la historia familiar que arrancó con mi abuelo, quien encendió una llama que se fue transmitiendo en los Benamo. De eso se trata: queremos que el lector sienta ese amor nuestro por los fierros y que entienda los sacrificios que los padres hacen para que sus hijos puedan correr.

-¿Cómo fue tu retiro del automovilismo?

-En mis últimos años fue muy complicado mantenerme, desde lo económico, donde yo quería correr. Tuve que trabajar con una psicóloga para tomar la decisión. Fui piloto durante 25 años y no es fácil dejarlo, me costó. Finalmente, encontré una nueva vocación que me permitió seguir de cerca al automovilismo y cumplir una función deportiva en las carreras. Gracias al coaching, puedo seguir unido a un deporte que no voy a dejar nunca.

-Tenés una relación con Aníbal Colapinto, quien por tu nuevo trabajo te dejó a cargo de su hijo Franco y te convertiste en su primer coach…

-Tengo una amistad con Aníbal, me patrocinó muchos años. Un día me dijo: “Vení a casa, tenés que ver a mi hijo en el simulador”. Franco era muy chico y me sorprendió. Enseguida fuimos a andar en karting, y fue cuando tenía 12 años que empezamos con la locura de la transición al fórmula. Mi relación con los Colapinto es familiar. Confiaron en mí para el proyecto e hicimos magia con los recursos que teníamos para prepararlo a Fran, que hizo todo muy sencillo. Eso lo llevó a explotar en Europa. Es un orgullo que uno de los pibes con los que empecé a construirme como coach haya llegado hasta donde llegó. Es como volver a sentirse arriba de un auto, a su lado.

Lucas y un joven Franco Colapinto.

-¿Te hacía renegar?

-No, Franco era un pan de Dios. Lo que sí: aceleraba con los dos pies, era un loco.

-Cuando te enteraste de que iba a debutar en la Fórmula 1 con Williams, ¿cuál fue tu reacción?

-Mucha emoción, mucho llanto… Él me llamó para contarme y me invitó a las pruebas en Silverstone. Lloré más de lo que disfruté, sufrimos mucho, pero llevó a cabo esos testeos de forma natural y maravillosa. Es un día que nunca vamos a olvidar en lo que resta de nuestras vidas.

-¿Cómo lo ves a Franco en Alpine?

-Lo veo bien. Está luchando con un auto que, de a poco, va dando pasos hacia adelante. Que haya un argentino en la Fórmula 1 es algo trascendental. Nuestra cultura es muy exitista, y en esta categoría hay que tener en cuenta varios factores. Tuve la posibilidad de acompañarlo en las últimas dos carreras y veía la velocidad final del auto de Franco y la del resto… Hay muchas cosas que la gente no sabe. No tengo dudas de que el coche va a mejorar, y ojalá venga una buena segunda mitad de año, que es lo que Fran merece. El Williams del año pasado estaba más firme que el Alpine de este año. Hay que luchar, y él está acostumbrado porque es un guerrero. Seguramente va a terminar esta temporada de la mejor manera.

-¿Ves algo de ese Colapinto de 12 años, que corría en karting, en el Colapinto actual que corre en la Fórmula 1?

-Sí. La carrera pasada se lo vio muy veloz, salvo una situación en la clasificación de la que no vamos a hablar. De a poco se va sintiendo más cómodo con el auto. No hay dudas de que la presión que tiene hoy Franco es enorme, al igual que la del resto de los volantes de la Máxima. Sin embargo, algunos pilotos se potencian en esas circunstancias y Fran es uno de esos. Está muy motivado y con ganas de trabajar. Ojalá que el auto le dé la posibilidad de terminar entre los 10 primeros.

Lucas y Franco, cuando este corría bajo la tutela de Williams. (Foto: KymIllman)

-¿Cómo se trabaja la cabeza de un chico que da el salto de Argentina a Europa y de un karting a un fórmula?

-El cambio de autos es muy grande. Uno es más chico y requiere otras técnicas de manejo. Muchas veces nos toca ver corredores que andan mejor y más sueltos en un fórmula que en el karting, y viceversa. Nosotros intentamos transmitir la experiencia de tantos años para que el camino se haga lo más corto posible y capacitar a los pibes con los recursos que tenemos. También nos encargamos de negociar con los equipos que prestan su material y así darle a los pilotos el mejor desarrollo posible, ya sea en el país o en el exterior. Tenemos un grupo amplio de trabajo que cuenta con psicólogos y preparadores físicos. Mi socio, el staff y yo trabajamos con los muchachos desde Europa, acompañándolos desde sus primeros pasos para poder conocerlos y que lleguen a la categoría bien preparados.-

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