Los misterios que se esconden en el infinito bonaerense
Nunca una elección tan local tuvo tanto impacto nacional. Jamás el vecino empobrecido de Moreno se habrá imaginado que los inversores de Nueva York estarían tan expectantes de su opinión. Tampoco la comerciante afectada por la inundación de Bahía Blanca pensó alguna vez que su decisión de ir o no a votar podía influir en la consistencia del gobierno de Javier Milei. Ni el productor agropecuario del interior evaluó que su preferencia por un concejal podría afectar el proyecto presidencial de Axel Kicillof.
El futuro inmediato del país quedó fatalmente atado a una compulsa parroquial, evidencia del enorme estrés que atraviesa otra vez la Argentina. El contexto es el que define el alcance de la disputa electoral; en otras circunstancias, hubiese sido un mero acontecimiento cívico.
El posteo de Martín Menem previo a las elecciones en PBA
Milei, de la gloria al suplicio
La saga del tormento no ha concluido. La grabación clandestina (¡otra más!) de una conversación del ministro de Economía, Luis Caputo, le agregó inquietud a un gobierno ya inquieto. Un periodista que prefirió no difundir ese audio se lo entregó a la Justicia. El audio de Caputo llegó al juez Julián Ercolini y al fiscal Carlos Stornelli en el marco de la causa abierta por la denuncia del Gobierno sobre espionaje ilegal tras la difusión de conversaciones de Karina Milei, grabadas supuestamente en su despacho. Ercolini delegó en Stornelli la investigación, y el reconocido fiscal escribió en su primer dictamen que quiere llegar a la “génesis” de los audios y reconstruir la trama hasta su difusión. Esto es: no se quedó hurgando entre los chismes sobre quiénes los difundieron y por qué; quiere investigar hasta saber quiénes urdieron la maniobra, quiénes horadaron los anillos de seguridad que deberían rodear a los gobernantes y quiénes tramitaron su difusión.
Qué se espera de la economía para el día después
El informe del banco estadounidense JP Morgan circuló como reguero de pólvora en el Hotel Llao Llao. Allí se reunieron durante las últimas 48 horas los ministros Patricia Bullrich y Federico Sturzenegger; el secretario de Finanzas, Pablo Quirno; el vicepresidente del Banco Central, Vladimir Werning; gobernadores, el titular de la cámara de Diputados, Martín Menem; el responsable de la estrategia de energía atómica, Demian Reidel, economistas, empresarios clave y los principales directivos de finanzas de la Argentina en el marco de la convención anual del Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF).
El banco estadounidense había puesto en un paper lo que hasta ese momento era el horizonte trazado por la mayoría de los referentes del sector privado. “La elección de la provincia de Buenos Aires es crucial. Una ajustada ventaja del kirchnerismo (igual o menor al 5%) o una victoria de La Libertad Avanza sería coherente con un triunfo del Gobierno en octubre a nivel nacional”, afirmó el banco en su informe. En ese caso, lo que el gobierno nacional denomina el “riesgo kuka” tendría un retroceso, las tasas reales podrían aflojar y la actividad retomar un sendero positivo en el cuarto trimestre del año.
Gane o pierda, Milei se asoma a un punto de inflexión
El mito de la infalibilidad de Javier Milei se construyó sobre tres pilares. Solvencia técnica, reflejada en una planificación milimétrica del programa económico. Un mensaje ético orientado al combate de los desalmados que usan el Estado para enriquecerse. Y una mística grupal que infunde lazos religiosos entre sus seguidores. Todo ese edificio narrativo tambalea en el momento más inoportuno.
Los días previos a las elecciones en la provincia de Buenos Aires se sucedieron como un calvario para el gobierno libertario. Milei empezó la campaña en un pico de optimismo, que lo llevó a convertir unos comicios de fuerte impronta municipal en una cruzada para terminar con el kirchnerismo. La terminó enredado en una severa crisis de confianza, con su dispositivo de gobernabilidad averiado, los mercados en alerta y un manifiesto espíritu de desunión entre los propios.