Pedro Rodríguez fue asesinado el 1 de mayo de 2017, a manos de su pareja Rosa Peral y su amante, Albert López. Los tres integraban la Guardia Urbana barcelonesa, y el máximo tribunal judicial de España ratificó sus sentencias a 25 y 20 años de prisión por asesinato con alevosía, respectivamente. Peral recibió cinco años más que López por el agravante de parentesco.
El «Crimen de la Guardia Urbana» fue sumamente polémico por el contexto social del mismo y la complejidad de la investigación. Peral y López, ambos policías, mataron a Rodríguez, escondieron su cuerpo en el baúl de su vehículo, lo trasladaron hasta un pantano recóndito y luego lo incineraron hasta las cenizas para no dejar rastro alguno. Comienza entonces la primera similitud.
En los días siguientes al asesinato, Peral y López hicieron vida normal bajo la idea de que tenían la coartada resuelta. La mujer, desde el teléfono de Rodríguez, se auto mandaba mensajes para fingir que todavía seguía con vida y que, simplemente, se había ido por un tiempo. Vamos con la segunda.
Esta ficción sólo fue un simple paso. La idea principal de Peral y López, según la hipótesis del fiscal Félix Martín, era dejar las pistas necesarias para que los investigadores crean que Pedro Rodríguez había muerto durante un enfrentamiento con el ex esposo de Peral, identificado como Javier. Por si no fuera poco, Javier y Peral compartían dos hijas.
La fiscalía española consideró que Peral y López planificaron el asesinato. Ambos habían sido novios en el pasado, y Pedro Rodríguez sería entonces un obstáculo que remover para consolidar una nueva pareja. En el medio, también planificaron perjudicar a Javier, ya que éste buscaba la tenencia de las hijas que compartía con Rosa Peral, y también tenía una mala relación con Pedro. El cebo perfecto.
Rosa Peral, quien se encontraba como agente bajo licencia, fue anoticiada del hallazgo por su rol como pareja. La mujer, con cinismo, afirmó que no veía hace días a su pareja y que tampoco sabía lo que le había ocurrido. Sus padres, incluso, también mintieron a los investigadores y colaboraron con la coartada de Peral hasta que finalmente se contradijeron. Fue entonces cuando Peral y López, quien ya también era sospechoso por las intuiciones del caso, fueron apresados.
La complejidad a la hora de investigar el caso Strzyzowski y el crimen de la Guardia Urbana radica en el intento de los acusados de deshacerse de cualquier tipo de evidencia. El fiscal español, en este sentido, afirmó: «Me parecía injusto que, por el hecho de que los responsables de este crimen hubieran quemado el cuerpo y hubieran borrado los vestigios de la forma de la muerte, esto les podría salir más beneficioso por un homicidio, que por un asesinato».
Ante este escenario de carencia de pruebas, Martin señaló en el documental su recuerdo del proceso: «Me doy cuenta de que no tenemos pruebas directas, y que era todo por tanto prueba indiciaria. Con mis compañeros llegamos a la conclusión de que, aquí, iba a ser muy importante probar la planificación. Si tú pruebas la planificación, ya es indiferente quién haya ejecutado materialmente el hecho».
En este punto, es importante indicar que la Fiscalía española no consideró a la planificación como una agenda cronometrada de acciones a realizar, sino más bien como una idea a concretar. «Lo importante aquí era tomar la decisión de hacerlo. Luego el cómo ejecutarlo. Que luego se decida en el encuentro del 25, o que quedaran una vez sin teléfonos para verse en persona, eso nosotros nunca lo sabremos. A lo mejor también se comunicaron por Telegram, que son mensajes de imposible acceso«, indicaron.
Estas declaraciones también tienen su relación con el caso policial local. El Equipo Fiscal Especial maneja la hipótesis de que el femicidio de Cecilia fue planificado y que tanto César Sena, como sus padres Marcela Acuña y Emerenciano Sena, participaron del plan. Las pruebas expuestas en el expediente, para dar por probada las sospechas de que los tres cometieron homicidio agravado bajo una planificación para asesinar a la joven de 28 años, también deben ser analizadas en este sentido.
El cinismo de Peral durante los días posteriores al no denunciar nunca la desaparición de su pareja ni tampoco contar la «verdad» hasta que sintió que las sospechas en su contra eran firmes, también forman parte de una similitud vista en Resistencia el pasado 8 de junio, cuando Marcela Acuña y su hijo César Sena declararon ante el fiscal Cáceres Olivera en la Comisaría Tercera, y alegaron no sólo ante él, sino ante medios de comunicación como Diario Chaco , que Strzyzowski estaba viva, que se había ido de viaje con un supuesto amante y que todo era una causa armada para perjudicarlos políticamente.
Tras ser detenidos, Peral y López fueron llevados a juicio tres años más tarde, un 3 de febrero, bajo la modalidad de juicio por jurados. Al litigio acudieron más de medio centenar de testigos para aportar evidencias y testimoniales, y también para ver cómo Peral y López se culpaban mutuamente de haber asesinado a Rodríguez. Finalmente, en una decisión no unánime, el jurado declaró culpable a ambos y luego el Tribunal fijó sentencia.
Hasta el momento, el Ministerio Público continúa reuniendo evidencias y unificando pruebas para elevar a juicio la causa policial más trascendente de la historia chaqueña y que, comparada con el Crimen de la Guardia Urbana, todavía tiene más sorpresas para dar. Para aquellos conspiranoicos que quieran adelantarse y sacar sus propias conjeturas sobre lo que podría ocurrir, quizás las series de Netflix puedan aportar la misma cantidad de especulaciones que la capacidad de imaginación permita.
Por Ayrton Teruel
Periodista