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Resistencia
31 octubre, 2024

El show de Alexander Bublik en París: saque de abajo, beso a la cámara y una raqueta destrozada como souvenir

Alexander Bublik no pudo avanzar demasiado en el Masters 1000 de París: perdió el segunda ronda con el danés Holger Rune, 13° preclasificado, por 6-4 y 6-2 en apenas una hora y 11 minutos. Pero aún sin jugar bien, se robó el protagonismo en la cancha 1 del Palais Omnisports de Bercy. Porque el kazajo, personaje único y peculiar en el mundo del tenis, hizo de la suyas y entretuvo al público con un show que incluyó desde tiros increíbles hasta una raqueta destrozada.

El mejor momento del espectáculo que ofreció Bublik ocurrió en el arranque del segundo set. Tras ceder un quiebre en el primer game y quedar luego 0-2 abajo, el kazajo sacó a relucir su saque de abajo, un recurso que suele usar muy seguido.

Con el marcador 40-0 a su favor, conectó el primero, que no tuvo el efecto deseado, porque Rune reaccionó rápido y se llevó el punto con una derecha cruzada a la carrera bien abierta. Bublik insistió, siempre con una sonrisa.

Volvió a sacar de abajo inmediatamente -con un amague incluido, que divirtió a la gente- y se terminó llevando un lindo punto para cerrar el game y descontar 1-2. Festejó con la raqueta en alto, mientras las tribunas estallaban en aplausos. Y cuando llegó al banco y vio que la transmisión se había quedado con él, le tiró un beso a la cámara.

«Para ganar un punto con el saque de abajo tenés que tener talento, anticipar bien y tener suerte», explicó, satisfecho, un rato después en una charla con la señal estadounidense Tennis Channel.

Un par de games más tarde, deleitó otra vez al público con una media volea que golpeó por detrás de la espalda, un tiro que no todos se animar a intentar en un partido oficial. Y aunque perdió el punto, la gente lo aplaudió y él les regaló una sonrisa.

Bublik es un jugador que siempre disfruta interactuando con el público. Y en el duelo ante Rune se lo vio en un par de ocasiones conversando relajadamente con las personas sentadas detrás suyo en el banco.

«Recuerdo cuando no podía hacerlo. Y no quiero que pase de nuevo. En la pandemia de Covid, cuando jugábamos sin público, era horrible. Así que ahora, cuando vez un estadio lleno, incluso si es un estadio chiquito, es hermoso. Lo disfruto. De eso se trata», comentó.

Aunque también tuvo sus momentos de bronca el kazajo. En el primer set, tras perder el servicio con una doble falta y quedar en desventaja 4-5, destruyó una raqueta con dos fuertes golpes contra el suelo. Aunque hizo feliz a un fanático, al que le obsequió su herramienta de trabajo destrozada.

«Estaba jugando horrible, así que tenía que hacer algo para la gente», comentó, entre risas, cuando en esa entrevista con Tennis Channel le señalaron lo contento que estaba el hombre que recibió el regalo.

«Yo estaría feliz de hacerlo si tuviera 12 años», replicó luego de que recordaran que al romper la raqueta les da un trabajo extra a los ball boys, que tiene que correr para limpiar los restos de grafito que quedan desparramados en la cancha.

No solo en la cancha dio que hablar Bublik, que también desplegó todo su carisma y desparpajo en esa entrevista post partido con ese canal de Estados Unidos.

«Yo me pongo objetivos, por ejemplo, de acá a dos meses. Si los consigo en tres semanas, genial, porque después puedo hacer lo que quiero. Lo difícil es cuando no ganas y tenés que exigirte. A mí me no me gusta exigirme. Voy a ser honesto, no quiero tener que trabajar. ¿Sabés cómo me dice mi equipo? Todos en mi equipo tenemos un animal espiritual. Mi entrenador me dice Garfield, ese gato gordo que come y duerme todo el día. Ese soy yo. Y estoy orgulloso. Eso es lo que quiero hacer una vez que termine con el tenis», reconoció sin ningún problema.

«Soy muy sensible. Lloro todo el tiempo. La última vez que lloré fue cuando mi hijo me dijo que me ama. Bueno, no lloré, pero sí me emocioné. En cada momento importante de mi vida me emociono. En cada cumpleaños de mi hijo, lloro. Si no te emocionás en esos momentos, no vale la pena», aseguró sorprendiendo a su entrevistador.

Y se despidió con un comentario que sonó a crítica irónica hacia Jannik Sinner. El italiano, número uno del mundo, aseguró hace unos días que él no jugó por el dinero en el 6 Kings Slam en Arabia Saudita, en el que embolsó en total 7,5 millones de dólares. Y Bublik, después de que lo felicitaran por una buena temporada, con un título (Montpellier), una final (Dubai) y una buena cosecha de premios (1.481.160 dólares), replicó: «Como dijo Sinner, no jugamos por el dinero».

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