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30 octubre, 2024

Historias misioneras para Halloween: la comisaría “embrujada”

Un espíritu enojado, una persona con poderes telekinéticos, poltergeist (espíritus juguetones o malignos), el señor de la noche o el Pomberito fueron algunas de las tantas especulaciones que se tejieron durante aquel no tan lejano octubre de 2009 para explicar de alguna manera lo que ocurría por esos días en la Comisaría de la Mujer en el barrio Fátima de Garupá.

Floreros, vasos y platos que volaban desde el sector de la cocina hasta quedar suspendidos en el aire durante unos segundos, para luego caer al piso violentamente y romperse en mil pedazos. El vuelco de un mueble de metal que se recostaba por la pared e hizo desparramarse por el suelo todos los biblioratos. También volaron los sellos y otros elementos de escritorio. La pantalla de una computadora que se desprendió de su base y cayó de cara sobre el teclado. Sillas y mesas se movían de un lado a otro en el despacho de la jefa, en la oficina de servicio, en la secretaría, en la cuadra de choferes y en el pasillo.

Todo iba ocurriendo, a intervalos de entre 10 y 15 minutos, en diferentes momentos y dependencias de la comisaría a partir de las 15 y hasta alrededor de las 18 del domingo 11 de octubre de 2009. Las mujeres policías que estaban de guardia no encontraban explicación a lo que veían. Incluso varios vecinos (al menos cinco) que en ese momento estaban radicando sus denuncias o que llegaban para hacerlo, también vieron lo que estaba pasando y varias decidieron dejar “para después” su exposición y salieron a toda velocidad por donde llegaron.

Lo cierto es que los peritos realizaron planimetrías y buscaron huellas y rastros para intentar encontrar alguna explicación a los extraños y escalofriantes sucesos. También se recurrió a un perro para ver si el animal detectaba el origen de los desplazamientos, pero ninguno de los operativos tuvo éxito alguno.

No descartando que el fenómeno guardase características relacionadas con cuestiones demoníacas o a la aparición de uno o más fantasmas (una de las policías afirmó que se oían pasos mientras ocurrían los hechos), el mismo domingo fue convocado en la comisaría un cura sanador, quien bendijo el edificio, ya que nunca se había realizado esa ceremonia religiosa en el edificio.

Ese domingo la jornada terminó para las mujeres policías a las 19:30, cuando decidieron dejar la comisaría porque, en medio de la tormenta que se desató esa tarde, se cortó la luz. El problema es que la linterna de emergencia no funcionaba pero el ventilador de techo seguía girando.

En su lugar quedaron dos hombres, uno de los cuales reconocería después que “algo” le estiró la camisa muy fuerte y lo despertó. Pará él, era el “Pomberito”. Su compañero, a su vez, se pasó la noche “luchando” con “alguien” que lo destapaba cada vez que se tapaba con una frazada.

La teoría del niño guaraní con poderes

La primera versión apuntó directamente contra un niño de 8 años, de origen paraguayo, que estuvo alojado ese día en la comisaría, tras ser encontrado por un chofer de un colectivo el sábado por la noche en la zona del paraje San Isidro. El chiquito estaba dormido sobre uno de los asientos del vehículo.

Lo llevaron primero a la comisaría Octava, donde los agentes que intentaron dialogar con él no lograron arrancarle ni una palabra. Sin embargo, cuando lo trasladaron a la Comisaría de la Mujer y lo atendió el personal femenino, el menor cambió su actitud y entró en confianza, aunque hablando en guaraní.

Luego de bañarse, ya que estaba sucio y descalzo, las mujeres policías lo llevaron a la vivienda de una vecina, quien tradujo las pocas palabras del chico. Solamente dijo que su mamá estaba en un hospital, pero se investigó y no era así.

Finalmente, el defensor de Menores ordenó que lo trasladen al hogar de niños (ya extinto) El Refugio. “Al llegar al lugar, a las 16:30 exactamente, el chico se dio cuenta de que no iba a estar más

con las mujeres policías y tuvo como un ataque de nervios en la patrulla, frente al mencionado hogar. Justo al mismo horario ocurrió el primer fenómeno en la comisaría. Lo llamativo es que los primeros objetos que volaron fueron el vaso, la taza, el plato y los cubiertos que él utilizó”, confió un testigo directo de las hechos, agregando que “es como si el chico se hubiera enojado y generado una energía similar a la telekinesis”.

El martes 13

La teoría del niño guaraní quedó desmontada en menos de 48 horas, cuando volvió la “actividad paranormal” nada menos que el martes 13 de octubre. La jornada había comenzado con normalidad, hasta que a las 20 uno de los efectivos fue a la habitación de descanso y vio que su mochila y la de su compañero estaban tiradas en el piso. También estaba tirada y abierta la Biblia que hacía un rato leía uno de ellos.

De inmediato, volvieron a escuchar un “¡crash!” y detectaron que era el vaso -bastante grande y grueso- que se había salvado de la destrucción del domingo. También cayó definitivamente al suelo el mueble metálico que había quedado medio volcado ese día y las cosas siguieron cambiando de lugar: sillas que estaban mirando a un escritorio aparecían contra una pared, los colchones dejaban de estar sobre las camas, la ropa estaba todo revuelta…

“Esos casos pueden ser provocados por la mente o por un espíritu maligno”, sentenció en su momento el sacerdote Bronislao Lagoski, reconocido por su experiencia en casos de exorcismo y quien pudo presenciar en primera persona algunos de esos fenómenos.

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