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Resistencia
19 octubre, 2024

¿Qué es un cómic en 2024?

“En el mundo de los tebeos tenemos abiertos debates sobre el dibujo que el resto de artes zanjaron a principios del siglo XX”. Así resumía en X (antes Twitter) el dibujante Albert Monteys la polémica alrededor del Premio Nacional de Cómic a la gallega Bea Lema por El cuerpo de Cristo (Astiberri). La obra aborda la problemática de la salud mental desde la propia experiencia con una apuesta visual que, entre otras cosas, hace uso del bordado. Además de ese galardón, Lema ha recibido otra media docena, entre ellos el premio del público del Festival de Angoulême. Sin embargo, un sector del cómic español, con varios autores incluidos, ha cuestionado abiertamente no solo su calidad artística, sino que la obra sea realmente un cómic.

El cómic, una forma artística que durante décadas ha permanecido ligada a la cultura popular en un entorno en el que los medios y dinámicas de producción limitaban enormemente sus posibilidades, ha ido alejándose paulatinamente de ese nicho para mirar de tú a tú a otros medios artísticos y narrativos. La polémica sobre el Premio Nacional de Cómic ha puesto en el centro del debate una cuestión que parece simple, pero que plantea profundos interrogantes sobre los límites y la naturaleza de este medio: ¿Qué es un cómic en 2024?

El cómic como objeto cultural

Borja González, Premio Nacional de Cómic 2023 con Grito Nocturno, reflexiona sobre esta pregunta desde una perspectiva histórica y evolutiva. “Justo ahora estoy dando un taller de cómic, y una de las primeras cosas de las que hablamos es qué demonios es un cómic», comenta. Mientras que pocos discuten lo que es una película o una novela, la definición de cómic sigue siendo objeto de debate. Para González, parte de esta confusión proviene de la historia del cómic como un «medio bastardo«, ligado a la prensa y a los kioscos. “El cómic ha estado tan ligado a unos medios de producción y distribución muy concretos que eso ha pesado mucho en lo que se considera cómic y lo que no», explica. Sin embargo, hoy este tipo de publicaciones ha encontrado un nuevo hogar en las librerías, consolidándose como un objeto cultural más formal. Aun así, este cambio no ha sido aceptado por todos los sectores, sobre todo por aquellos más nostálgicos de las formas tradicionales.

El caso de Bea Lema ilustra esta tensión. González formó parte del equipo de deliberación del Premio Nacional de Cómic y asegura que, en ningún momento, se debatió si su obra era o no un cómic. «Los cambios chocan, pero si tienes un poco de conocimiento de la historia del cómic, ves que siempre ha habido experimentación. Solo hace falta mirar clásicos como Little Nemo [un cómic publicado a página completa en periódicos a principios del siglo XX] para ver más experimentación gráfica que en muchos cómics supuestamente de vanguardia», añade, subrayando que lo nuevo no debería asustar, sino más bien continuar un legado de innovación.

Viñetas de 'Little Nemo in Slumberland'.

Viñetas de ‘Little Nemo in Slumberland’. / ARCHIVO

La pregunta sobre qué es un cómic también tiene implicaciones personales y subjetivas. Álvaro Pons, divulgador y profesor titular de la Universitat de València, lo expresa claramente: «No hay una definición clara de lo que es un cómic. La única que me interesa es la del teórico Thierry Groensteen, que dice que es un objeto cultural no identificado«. Para Pons, cada vez que se intenta definir el cómic, surge una obra que rompe esa definición. Y esto no es exclusivo de este medio: la literatura, el cine y otras formas artísticas también escapan de una clasificación estricta.

Pons, sin embargo, plantea ciertos límites, como el papel del lector en la interpretación de la obra. Para él, el cómic es un medio «activo», en el cual el lector debe participar activamente en la secuenciación de la narrativa. «Entiendo que si hay animación y el lector es pasivo, ya estamos hablando de algo distinto», afirma. Este límite, según él, es personal y, en última instancia, el arte es un campo en el que cada uno establece sus propias barreras. La verdadera cuestión es cuando «intentamos ponerle puertas al campo», dice. La polémica en torno a El cuerpo de Cristo parece reflejar este intento por limitar lo que es y lo que no es aceptable dentro del cómic, en una lucha que, según Pons, tiene más que ver con comportamientos biológicos y conservadores que con la verdadera naturaleza del medio.

La ganadora del Premio Nacional de Cómic 2024, Bea Lema.

La ganadora del Premio Nacional de Cómic 2024, Bea Lema. / EFE

Hacia un medio inclusivo

El dibujante y profesor Roberto Massó, uno de los artistas españoles que más ha explorado los límites de la abstracción en el lenguaje del cómic, plantea una visión inclusiva del cómic en los tiempos que corren. «Sigue siendo lo mismo de siempre. Eso sí, hay autores y autoras que te pueden hacer dudar de si lo que piensas que es un cómic es del todo cierto», explica, sugiriendo que el cómic es un medio en constante expansión. Para Massó, es fundamental que el concepto no sea excluyente, sino que evolucione para abarcar nuevas formas y formatos.

Páginas del libro de Roberto Massó 'Ejercicios de cómic'.

Páginas del libro de Roberto Massó ‘Ejercicios de cómic’. / Cedida

En su opinión, la actitud conservadora de ciertos sectores del mundo del cómic frente a las nuevas formas y herramientas de producción es problemática. «El arte y la comunicación visual son complejos porque hay ciertas normas o reglas, pero no son infalibles ni obligatorias», dice, abogando por una visión más amplia que integre las influencias contemporáneas y los contextos cambiantes en los que se produce el cómic. En última instancia, para Massó, hay espacio para todos en el cómic, y las barreras que algunos imponen son innecesarias y limitantes.

Arte contemporáneo y técnicas no tradicionales

Uno de los aspectos más controvertidos de la obra de Bea Lema ha sido el uso del bordado, una técnica que ha causado revuelo entre los puristas del cómic. Pepo Pérez, dibujante, divulgador y profesor titular de Dibujo en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Málaga, responde a esta crítica recordando que el cómic, como forma artística, no está aislado del arte contemporáneo, «un universo mucho más grande que el cómic tradicional, y en el cual por cierto se ha usado la técnica del bordado en numerosas ocasiones», argumenta Pérez.

Para él, las críticas a El cuerpo de Cristo por estar «mal dibujado» resultan sorprendentes, ya que quienes las hacen parecen ignorar tanto las artes plásticas como la tradición de la ilustración, de la cual el cómic desciende directamente. Compara la situación con el mundo del flamenco, donde ciertos aficionados rechazan innovaciones como el uso de instrumentos no tradicionales. “En fin, El cuerpo de Cristo me parece un cómic excelente, aunque no haya sido del paladar de muchos puristas del ‘flamenco’”, concluye Pérez.

El debate en torno a lo que es y lo que no es un cómic refleja, en última instancia, una tensión más amplia sobre cómo las formas artísticas evolucionan y se redefinen con el tiempo. El caso de Bea Lema ha servido como catalizador para una discusión que probablemente continuará, pero lo cierto es que en 2024, el cómic sigue siendo un medio en transformación, un «objeto cultural no identificado», como diría Thierry Groensteen, que sigue desafiando expectativas y expandiendo sus límites.

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