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10 octubre, 2024

Dermatitis atópica: una enfermedad crónica que afecta a millones y va más allá de la infancia

Con síntomas visibles y complicaciones emocionales, puede tratarse pero no curarse. La dermatóloga María José Corsi brinda recomendaciones para aplacarla y cuidar la piel

jueves 10 de octubre de 2024 | 5:00hs.

La dermatitis atópica (DA) es una enfermedad crónica e inflamatoria de la piel que afecta principalmente a niños, aunque también puede manifestarse en adultos, en especial en sus formas más severas. A nivel mundial, se estima que 230 millones de personas padecen esta afección, convirtiéndola en una de las enfermedades inflamatorias cutáneas más comunes. En nuestro país, entre el 5% y el 9,7% de los niños y el 3% de los adultos la sufren, aunque el número real podría ser mayor debido a un aumento en el diagnóstico en los últimos años.

La médica dermatóloga María José Corsi explicó que se trata de una enfermedad crónica que, si bien no tiene cura, puede ser controlada con los tratamientos adecuados. «Es muy frecuente y se caracteriza porque pica y tiene la tendencia de desarrollar eczemas», señaló, refiriéndose a las placas rojas y pruriginosas que aparecen en el cuerpo, dependiendo de la edad del paciente.

En conversación con El Territorio, la especialista detalló que los síntomas de la DA pueden manifestarse en la lactancia, con eczemas localizados en las mejillas y las superficies extensoras de los brazos y piernas. En niños mayores, las lesiones suelen aparecer en los pliegues detrás de las rodillas, codos, cuello y párpados. En los adultos, estas áreas también pueden incluir la región perioral y los dorsos de las manos. «Cuando los pacientes están en estadíos más graves, pueden desarrollar eritrodermias, que es cuando la piel está toda roja o eritematosa», añadió.

Sobre la prevalencia de la enfermedad, Corsi precisó que «afecta entre un 10 y un 30% de los niños y entre el 1 al 5% de los adultos». Aunque históricamente se pensaba que era una patología exclusiva de la infancia, hoy se sabe que también puede manifestarse en adultos, ya sea de manera crónica o de forma abrupta. Esta condición, además de impactar físicamente, afecta la calidad de vida psicológica y social de quienes la padecen, especialmente cuando el tratamiento no se inicia a tiempo, ya que puede provocar ansiedad, depresión y problemas de autoestima.

Los signos cardinales de la dermatitis atópica incluyen la piel seca y los eczemas. De acuerdo con la dermatóloga, los pacientes con esta enfermedad presentan con frecuencia otros problemas de salud, como asma, rinitis alérgica y conjuntivitis recurrente, lo que puede facilitar el diagnóstico en consulta médica. El tratamiento, aunque variado, requiere cuidados diarios.

«Les enseñamos medidas de cuidados dietéticos que son súper importantes, como los baños diarios para eliminar irritantes y microorganismos de la piel», explicó la especialista. Asimismo, recomendó evitar el uso de jabones convencionales y optar por limpiadores sin detergentes, conocidos como ‘sindet’, que ayudan a preservar la barrera cutánea.

Otro aspecto clave del tratamiento es la aplicación de emolientes, cremas y bálsamos que ayudan a hidratar la piel y reducir el uso prolongado de corticoides, los cuales, a largo plazo, pueden tener efectos adversos. «Se los aplica, en lo posible, inmediatamente después del baño con la piel preferentemente húmeda», sugirió Corsi, advirtiendo que no deben aplicarse en zonas muy irritadas, ya que esto podría generar más picazón y malestar en el paciente.

En los casos leves, el tratamiento incluye emolientes y corticoides tópicos, mientras que en las formas moderadas y severas se utilizan terapias inmunomoduladoras, fototerapia con UVB de banda estrecha e incluso inmunosupresores sistémicos en los pacientes más graves. En este marco, la dermatóloga subrayó la importancia de abordar la dermatitis atópica con un enfoque multidisciplinario que involucre a clínicos, psicólogos y pediatras, para tratar no solo las manifestaciones físicas, sino también las alteraciones psicológicas y sociales que la enfermedad conlleva.

«El tratamiento es individual para cada tipo de paciente», concluyó Corsi, resaltando la necesidad de adaptar las terapias según la gravedad de la enfermedad para mejorar la calidad de vida de quienes sufren esta afección crónica y recurrente.

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