La crisis alimentaria en Misiones se agrava día a día. Los comedores y merenderos de la provincia enfrentan un escenario desesperante: la ayuda de los municipios, la Provincia y la Nación no son suficientes o llegan tarde; mientras que las donaciones privadas, que solían ser un pilar, también disminuyeron. La necesidad sigue creciendo y muchos de estos espacios se ven forzados a reducir sus servicios o incluso a cerrar temporalmente.
Uno de los casos más representativos es el del Comedor Manantiales, ubicado en el barrio de Posadas que lleva su mismo nombre, entre las avenidas Vivanco, Bustamante, Comandante Andresito y la Costanera Oeste.
Allí, Miriam y su esposo Claudio, ambos emprendedores, llevan adelante el espacio comunitario que tiene lugar en su garage, el cual durante la mañana funciona como cochera y al mediodía se transforma en comedor. Al día de hoy asisten más de 160 personas, la mayoría de ellos niños y ancianos.
Antes, el comedor operaba lunes, miércoles y viernes, ofreciendo tanto almuerzo como merienda. Sin embargo, la falta de alimentos los obligó a reducir las jornadas a solo los viernes, cocinando lo que logran juntar a través de donaciones.
“Si nos donan mucha harina, hacemos bollos. La otra vez, Mercado Concentrador nos trajo carne y pudimos hacer locro y guiso”, comentó Miriam, en diálogo con PRIMERA EDICIÓN.
A pesar de que reciben un poco de ayuda del Gobierno provincial, la mayor parte de los recursos proviene de sus propios ingresos, incluyendo la compra de gas y el combustible para recoger víveres.
En razón de ello, estudiantes de la carrera de Comunicación Social de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM) iniciaron una colecta solidaria para ayudar al comedor.
Los interesados en colaborar pueden acercar donaciones de ropa, calzado, útiles escolares o alimentos no perecederos a los puntos habilitados: lunes de 14 a 16 horas en Tucumán 1946, planta baja de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales; y miércoles de 9 a 12 horas y de 14 a 16 horas en San Lorenzo 2551, anexo de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales.
La situación se replica en todas las localidades
En Oberá, María Piris, de 47 años, enfrenta una situación similar. Desde hace 12 años, en su casa ubicada entre los barrios San Miguel y San José, ofrece la merienda en el merendero “El Maná” a más de 70 niños, adolescentes y madres embarazadas.
Sin embargo, la falta de recursos impactó fuertemente y ahora María no puede sostener el merendero como antes. “Tengo ollas, cucharones y todo lo necesario, pero ahora solo me queda el deseo, porque apenas llego yo a fin de mes”, comentó con tristeza en conversación con PRIMERA EDICIÓN.
“Antes, las familias podían llevarse una porción extra para la cena, pero hoy la situación es tan precaria que los niños vuelven varias veces al día para preguntar si hay algo para comer”, señaló.
El merendero pasó de ofrecer solo la merienda a también funcionar como comedor en momentos de extrema necesidad, aunque todo depende de las donaciones que lleguen.
Para poder reanudar la actividad del merendero, María necesita alimentos no perecederos, ropa y útiles escolares. Los interesados en ayudar pueden contactarla al número 3755 587724.
Las parroquias no están exentas
En la parroquia Jesús Misericordioso, el Padre Gervasio Silva también alertó sobre la situación crítica que atraviesan dos de los merenderos que dependen de su comunidad: el de la capilla Virgen de Schoenstatt y el de la casita pastoral de Loreto. Ambos se sostenían en gran parte gracias al programa Emaús, financiado con fondos nacionales, pero este año los recursos fueron recortados, lo que puso en peligro su continuidad.
Los principales insumos que se necesitan son harina, azúcar, aceite, leche y chocolatada. Quienes puedan colaborar pueden comunicarse al número 3764816566.
Estos son solo algunos ejemplos de todas las historias de solidaridad y lucha diaria que existen en diversos puntos de la provincia y que reflejan la profunda crisis que atraviesa en estos momentos el país.
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