El título de la ópera Aurora coincide con el nombre de la heroica y trágica protagonista -algo frecuente en la tradición del género- y simultáneamente remite en forma metafórica a la alborada de la Independencia nacional.
“Escribí Aurora, como toda mi no abundante producción, con el alma y el corazón; al tratar el teatro he dado a las situaciones dramáticas todo lo que brotaba de mi ser, y cuando en el argumento (hablo de Aurora) se indica esa pasión que todos debieran de sentir, la Patria, he puesto todo mi entusiasmo y en el punto culminante de esta expresión, es decir, cuando Mariano exalta y levanta los colores de la Bandera, aquí escribí esa página emotiva que el corazón sincero del pueblo sintió tanto y vibró al unísono con el mío, como para convertir estas notas, precisamente por la fuerza de su patriotismo, en el “canto” popular que saluda cada ascenso y descenso de la Bandera, sea en la tierra o se alcen en las naves de guerra argentinas”.
Así recuerda Héctor Panizza en sus memorias –Medio siglo de vida musical (Ensayo biográfico)- su ópera Aurora de la que se desprendió Alta en el cielo, la Canción a la bandera, que todos cantamos en la escuela y quizás desconocíamos su origen. Por medio de un decreto del presidente Edelmiro J. Farrell en 1945, la canción que cierra el segundo acto, fue adoptada como canto patriótico coral en las escuelas primarias y secundarias de todo el país para honrar a la bandera.
La ópera surgió como un encargo del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires en 1906, y no del Gobierno de la Ciudad o Nacional como afirman diversas fuentes periodísticas y bibliográficas, para la inauguración del nuevo Teatro Colón y en las vísperas del Centenario. Héctor Quesada propuso el argumento de Aurora y Luigi Illica, colaborador de Puccini, se comprometió a escribir el libreto. Panizza comenzó a escribir la ópera en 1907, en los momentos libres que le dejaban las temporadas teatrales donde tenía que dirigir en Italia.
Daniela Tabernig como “Aurora”. Foto Juanjo Bruzza/ Teatro Colón“Parte de la ópera fue escrita en mi pequeño departamento de la calle Fiori Oscuri nº7, en Milán -escribe Panizza- y parte en Moyana (Lago de Erba). Una mañana en que todos habían ido a misa, compuse (toda de una vez) la Canción de la Bandera, que forma parte del intermedio épico de esta ópera. La instrumentación la terminé en Londres”.
Aurora se estrenó en 1908 en el Teatro Colón, poco después de la inauguración, y ahora tendrá una nueva reposición el próximo martes 24 de septiembre en la sala de nuestro primer coliseo argentino, con un elenco íntegramente argentino..
Daniela Tabernig es la protagonista de “Aurora”, la ópera que incluye la «Canción de la bandera», el tema que se cantaba en las escuelas primarias. Foto: Juan José Bruzza/Teatro Colón. .
Una ópera nacional
El argumento de la ópera en tres actos se inscribe en el mito fundador de la Argentina como estado-nación. Esta obra dramática transcurre durante los inicios de la lucha por la Independencia en Argentina.
En el primer acto, los novicios Mariano y Raymundo descubren un mensaje que los insta a unirse a la causa patriótica. Mariano, enamorado de Aurora, hija del jefe realista, enfrenta un dilema entre su amor y su lealtad a la Patria. En el segundo acto, los patriotas exigen la rendición de los realistas, mientras Mariano intenta explicarle a Aurora sus ideales de libertad. En el tercer acto, Mariano es capturado y condenado a muerte, pero una fuga es planeada. Sin embargo, Aurora es herida mortalmente y, mientras muere, celebra el amanecer de la libertad.
A principios del siglo XX la ópera italiana era sinónimo universal de ópera y era parte de la convención de la época que el idioma del género era el italiano. Aurora, contemporánea de Tosca y Madama Butterfly, no escapó a esa convención.
Escrita en italiano, en 1943 se tradujo al castellano y tuvo un nuevo estreno en junio de 1945, también en el Teatro Colón, y contó con la asistencia del entonces presidente Edelmiro Farrell y el coronel Juan Domingo Perón.
En ese entonces, el Teatro Colón ya no era un ámbito exclusivo de le élite de la Argentina agroexportadora como lo fue a comienzos del siglo XX. Un nuevo espectro social protagonizaba la escena política, encabezado por la nueva burguesía industrial, el militarismo nacionalista y la clase obrera sindicalizada. En 1945 se organizaron en el Teatro Colón conciertos gratuitos dedicados a instituciones, empleados y obreros en general.
Las reposiciones de la ópera -1953, 1955, 1965, 1983 y la última en 1999, todas en el Teatro Colón; en 1966 en el Teatro Argentino de La Plata; 2001 en el Teatro Libertador De Córdoba- se cantaron siempre en castellano.
Héctor Panizza, el compositor de la ópera argentina «Aurora». la original era en italiano y muchos años después la tradujo al castellano.
Sin folclore y sin gauchos
Panizza recuerda que si bien la ópera tuvo una recepción muy calurosa en su estreno por parte del público -la Canción de la Bandera tuvo bises en todas las representaciones- no fue así por parte de la prensa. Las objeciones apuntaban a la incongruencia entre una ópera de temática histórica nacional y la ausencia de rasgos musicales nativos o folclóricos. Tampoco había referencias al criollismo popular centrado en la figura de Juan Moreira y sus manifestaciones.
La generación del Ochenta, a la que Panizza adhería, descansaba en otro imaginario patriótico, culturalmente homogéneo y progresista, para una nación moderna y pujante. La idea era integrar a la Argentina al conjunto de países más desarrollados económicamente. Aurora es la representación musical de esas ideas a través de un “universalismo” del lenguaje musical, que era la ópera italiana.
“Lo he hecho a propósito -confesó Panizza-. ¿Cómo era posible revestir de música folclórica un asunto donde todo se basa en el patriotismo y en el amor?… ¿Cuál era en 1908 (cuando escribí Aurora) la música folclórica?, algunos aires de ‘danza’ que ciertamente no podrían tomarse como modelo-base en una ópera en la que no hay danzas y no hay gauchos, donde la escena y las palabas me inspiración el color ‘local’ (Intermedio épico), aquí hice música que refleja el sentimiento patriótico popular de mi país; pero en las otras situaciones hubiera sido un cosa ridícula… No es necesario atar las manos de autor con el ‘color local’”.
Una que cantamos todos pero desconocemos a su autor. ¿Quién era Héctor Panizza?
El programa de «Aurora», para su estreno de 1908, en el Teatro Colón.Sabemos poco sobre el origen de la canción patriótica que cantamos todos, y también sobre su creador.
Héctor Panizza nació en Buenos Aires en 1875 y murió en 1967 en Milán, no adhirió a la estética nacionalista como lo hacían sus colegas que estaban componiendo en las décadas previas el Centenario. La mayor parte de su vida, Panizza vivió en Italia donde se perfeccionó y desarrolló una brillante carrera como director de orquesta.
“Yo nací en Buenos Aires, de padre y madre italiano. Italia y Argentina tienen una ley en la cual ambos países consideran que los ‘hijos de padres italianos nacidos en Sud América son ciudadanos italianos’ y la segunda que ‘los hijos de padres italianos nacidos en Argentina son considerados ciudadano argentinos’. Yo no he renunciado nunca a la ciudadanía argentina, porque siempre he considerado mi patria el país donde nací, y al país de nacimientos de mis padres, donde he recibido toda mi educación musical, y donde he podido desarrollar gran parte de mi carrea, Italia mi segunda patria. De esta situación mía, no hice jamás ni un comercio ni una glorificación, ni un misterio. Sólo busqué en mi vida, ser una persona honesta y un honesto artista”. Así se defendía Panizza en sus memorias cuando le cuestionaban su pertenencia a la cultura argentina.
Se graduó en el conservatorio Giuseppe Verdi en 1895. “Como alumno de armonía y contrapunto no fui nada extraordinario”, confesó el compositor, que tuvo que interrumpir sus estudios porque una mala inversión de su padre los dejó en la bancarrota. De vuelta en Buenos Aires, acompañó orquestas, dio clases y trabajó como timbalero en los carnavales llamados “Bal-Masqués” contratado por su padre. Mediante una subvención del Gobierno pudo regresar a Europa a terminar sus estudios.
“¡Qué risas, qué despreocupaciones y qué goce de vivir!”, escribió sobre esos años en su autobiografía.
Debutó como director con una triple presentación: Rigoletto, Forza del destino y Il Re di Lahore. A partir de ahí, todo fue en ascenso. Hizo una carrera notable como director de orquesta. Fue director del repertorio italiano en el Covent Garden, en Metropolitan de Nueva York y en la Scala de Milán fue colaborador cercano de Arturo Toscanini entre 1921 y 1932.
Algunos bosquejos de la escenografía original de «Aurora».“No falté a ninguno de los ensayos del Maestro -escribió Panizza- y él estuvo siempre a mi lado en los míos. La noche de mi debut, Toscanini, antes de comenzar estuvo junto a mí como un padre, y no acababa de darme consejos. Me recomendaba tener calma, de no preocuparme por el público… En suma, su comportamiento fue, en verdad, ¡el de un grande artista y de una gran alma!”.
Gracias la simpatía que se ganó del influyente Giulio Ricordi, Panizza se lanzó a escribir su primera ópera Medio Evo Latino (1902). Ricordi le hizo el encargo y le designó como libretista a Luigi Illica, colaborador de Giacomo Puccini.
Julio A. Roca, a quién Panizza dedicó Medio Evo Latino, le ofreció asumir la dirección del Conservatorio Nacional en proyecto de fundación. Pero al músico lo espantaba la idea de permanecer toda la vida ligado a las obligaciones institucionales. En cambio, le pidió una subvención de dos años para afrontar las peripecias de su carrera como compositor en Europa. Le fue concedido. Pero al año se la retiraron para dársela a una arpista. La colaboración con Illica continuó en otras dos óperas, Aurora (1908) y Bizancio (1939).
Panizza nunca perdió contacto con Argentina. Pero sus relaciones con las autoridades del Teatro Colón no eran fáciles, en general, por las desavenencias del repertorio que le ofrecían dirigir. Le dolía y entristecía la falta de interés por su persona y su música.
Sin embargo, se presentó en el teatro en veinte temporadas entre 1921 y 1955, la colaboración se volvió más continua durante la Segunda Guerra. Mientras Estados Unidos entraba en guerra, Panizza recibió por parte del director artístico del Teatro Colón una contratación. El músico dejó Nueva York a bordo del «Aconcagua” -temía a los aviones y solía viajar en barco-, renunció al contrato del Metropolitan y fijó su estadía en Buenos Aires.
Instalado en el Hotel Alvear, decidió darle forma a un proyecto de nacionalización del Teatro Colón y rehacer Aurora. Panizza se contactó con el presidente de Ricordi Americana y decidieron traducir al español el libreto italiano. En esa época era inviable una ópera de argumento nacional cantada en italiano. Los encargados de la hoy polémica traducción fueron Ángelo Petitta y Josué Quesada, hijo de Héctor Quesada que había colaborado en el libreto con Luigi Illica.
Símbolo patrio.la soprano Daniela Tabernig está entusiasmada con “Aurora”. El elenco de la ópera será íntegramente argentino. Foto: Juan José Bruzza/Teatro Colón Sobre el proyecto de nacionalización del Teatro Colón, que fue entregado en 1943 al presidente Ramírez antes de que Panizza partiera para Europa, el compositor comenta en su autobiografía que se estudió durante su ausencia y luego Ramírez le envió un telegrama donde lo invitaba a asumir la dirección general del Teatro e iniciar su nacionalización. Pero el telegrama se extravió y nada se concretó.
La nacionalización de Aurora
Entre la última función de Aurora en 1909 y la siguiente en 1945, el contexto político, social e ideológico de Argentina era completamente distinto. El país había transitado el liberalismo conservador, la democracia de los gobiernos radicales, la denominada década infame y la revolución filofascista de 1943. La línea del nacionalismo restaurador del ejercito se impuso en octubre de 1943. En el verano de ese año, Panizza se dedicó a la recomposición de Aurora en Mar del Plata.
“Trabajaba en mi pequeña habitación frente al mar. Vivía con mis personajes y si no hubiera estado mi señora para obligarme a descansar cada tanto, no me habría movido de mi mesita de trabajo”, recordó.
Luego de una escapada a Europa para ver a sus hijos, de regreso a Buenos Aires a bordo del “Cabo de Hornos” terminó de orquestar la nueva versión de Aurora.
El programa de «Aurora», de cuando fue su reestreno en 1945. Ya era en castellano y entre el público estaba el general Edelmiro Farrel y el entonces coronel Juan Domingo Perón.En medio de un contexto internacional cada vez más hostil, Panizza temía enfrentar a las autoridades inglesas en Trinidad con el abultado manuscrito de la ópera y convertirse en objeto de sospecha. Durante la guerra de 1914 existieron casos de espionaje a través partituras. Pero el manuscrito de Aurora pasó sin complicaciones y después de 51 días, el compositor y su segunda esposa arribaron a la capital porteña.
Mientras tanto, el Gobierno había aceptado la propuesta de Panizza de representar Aurora el 9 de julio. Para cuando se presentó la ópera a mediados de 1945, el decreto de la Canción a la Bandera ya estaba promulgado por el general Farrell, y su gobierno de facto tenía los días contados.
El mito que sostiene que el decreto fue posterior a las cinco funciones de Aurora en 1945 lo desmiente la nota de un cronista del diario Crítica en su reseña de la primera función, como cita un artículo inédito dedicado a la ópera de Claudio Castro y Francisco Levaggi, donde hace mención del “intermedio con la hermosa canción a la bandera -hoy difundida en las escuelas con el nombre de Aurora-”. También circula con fuerza que el decreto fue firmado por Perón, en algunas fuentes, y en otras por Farrell. Lo cierto es que el decreto es inhallable, se desconoce el número, y nunca apareció citado.
Las cinco funciones de la ópera tuvieron un “éxito creciente”. “En verdad que de la primera a la segunda edición de Aurora hubo grandes cambios -anotó Panizza en su autobiografía-, especialmente en la orquestación, pero como dije antes, el haber conservado el frescor de las ideas vestidas por un nueva técnica más a tono con la época, más segura, favoreció mucho al conjunto de la obra. El éxito de Aurora fue sincero y genuino”.
Críticas y elogios
Esta vez, la crítica fue elogiosa, aunque se volvió a señalar como defecto la falta de “color local” en una obra que trata sobre un “asunto argentino” y cierto oportunismo en agregar en el final de la obra el Himno Nacional. Panizza se defendió argumentando que “como el personaje principal (Aurora) muere ensalzando idealmente a su muerte, y que esa “aurora” pueda ser el alba de la libertad de su Patria, he sentido y he querido aludir a las primeras notas del himno argentino precisamente porque este himno representa el símbolo de nuestra conquistada libertad”.
De civil. Daniela Tabernig habla de los desafíos de llevar una ópera argentina al escenario del Teatro Colón. Foto: Maxi FaillaTambién se señalaron las inexactitudes del libreto basado en hechos históricos. El Himno no había sido creado en 1810, época en que está ambientada la ópera, tampoco la bandera, creada dos años más tarde y a orillas del Paraná. Las críticas perdieron de vista que en el contexto artístico, más que la realidad misma, se trata de una representación.
Daniela Tabernig, la protagonista de Aurora
“Cuando vamos a cantar el aria de Aurora, la Canción de la bandera, frente al público preguntamos: ¿quién de ustedes ha cantado ópera alguna vez? Y la mayoría dice que no. Y, entonces, le decimos que sí, que han cantado ópera y desde muy pequeños con la Canción de la bandera. Ahí se enteran que es una aria de ópera y que forma parte de Aurora», dice Daniela Tabernig, la soprano argentina que será la protagonista de esta puesta en el Colón. Y da sus impresiones sobre la actualidad de esta ópera, su personaje, los desafíos que implica y el hecho de programar obras nacionales.
Actualidad: «Para mí es un orgullo debutar un rol de una ópera Argentina, de un compositor argentino, en este caso de una ópera tan emblemática como es Aurora, y con un elenco íntegramente argentino. Hay una línea que conecta esta historia con el presente. Sigue siendo muy actual, porque han pasado años y seguimos luchando por nuestra acervo cultural, por nuestra identidad; y como mujer, yo sigo luchando doble. Y se lucha también por nuestra identidad cultural, que no se pierda, seguir defendiendo a nuestros compositores.
Todos estamos tratando de hacer de Aurora una obra de arte viva. Betty Gambartes y Ulises Maino han hecho una reversión de la obra donde se han hecho cortes, pensando justamente en una dramaturgia dinámica».
El personaje: «Aurora es una joven mujer valiente que está dividida entre dos mundos: el mundo del padre, de su patria que sería España, y su otra patria que es la Argentina, donde ella vive; el mundo de su familia y el mundo de su amado. Ella está debatiéndose entre esas dos fuerzas amorosas y buscando todo el tiempo la conciliación de esos dos mundos.
Para la soprano Daniela Tabernig, «Aurora es una joven mujer valiente que está dividida entre dos mundos: el mundo del padre, de su patria que sería España, y su otra patria que es la Argentina». Foto: Maxi FaillaEs un es un personaje que va haciendo un proceso. Al principio de la obra vamos a ver una Aurora más acotada en sus expresiones digamos, o sea, más más abocada a cumplir con su rol de mujer en ese momento descubriendo, descubriendo el amor. Y a lo largo de la ópera ella va a hacer un giro y se va a convertir en una especie de guerrera defendiendo a su amado ante el padre. Y paga el desafío con la muerte».
Desafíos musicales y dramáticos: «La música es bellísima. Hay de todo a lo largo de la ópera, hay pasajes que nos recuerdan a Puccini y otros a Strauss. Aurora no tiene un aria, a diferencia de Mariano o Ignacio, a veces la siento parecida a La fanciulla del West, a Mimí, tiene momentos musicales que podrían parecer un aria, pero no tiene un comienzo y un final. Eso es interesante, porque el personaje va atravesando momentos, tiene que ver con la situación de ella dentro de la historia. Mariano es el que lucha, transgrede. Ignacio es el otro bando. Y ella es un puente que va y viene entre los dos mundos y la atraviesan las dos realidades y finalmente desparece con la aurora. Ella simboliza la lucha por la libertad, por la conciliación de ideas.
Musicalmente no hay muchos desafíos porque vocalmente el personaje es muy parecido a los roles que yo vengo haciendo, como la Tosca, por ejemplo, que acabo de cantar en Medellín. Dramáticamente, por un lado me siento cómoda, y por el otro lado, también trabajo desde otro lugar porque no es un personaje como Butterfly o incluso Tosca, no tiene ese nivel de dramatismo.
Entonces, es otro tipo de búsqueda que tengo que hacer, porque el drama personal está inmerso en un drama histórico. Y me toca de cerca por ser argentina, cuando hablamos de la patria, de defenderla y amarla, y la mezcla con el amor personal. Es fuerte. No estoy hablando como en Tosca de cuestiones políticas de otro país. Acá se tratan cuestiones políticas de nuestro país que hacen a nuestra historia y que nos han marcado. Es mucho más comprometido desde ese lugar».
Ópera argentina en el Colón: «Es muy significativo que el Colón programe una ópera argentina y espero que esto sea una tradición. Creo que el Colón debería todos los años darle espacio a una ópera Argentina, sea actual o de otro siglo. ¡Somos valiosos, nuestra música es valiosa y queremos más!